miércoles, 13 de abril de 2016

El extraño

No sé que me gusta de él. Tal vez sea la forma tan sutil en la que se pasa la mano por el cabello. Que cuando miente dice palabras cortas. Tal vez sea la forma tan inteligente de evadir mis preguntas o cuando tuerce la mandíbula solo para verme. Cuando me dice amor, o bebé. Palabras que no dejo que más nadie me diga porque me parecen muy populares para mi gusto. Quizás sea su forma distinta de ver la vida.


De cualquier manera me cambio el mundo; me lo movió. Puedo acordarme perfectamente de la primera vez que estuvimos juntos, también de la última. Puedo acordarme de la primera vez que me dijo que me quería, como también de la primera vez que me dijo mentiras.

Podrán llamarlo masoquismo. Yo lo veo como la forma más bonita de autodestrucción que he tenido o tal vez una bonita casualidad que me acompañara por el resto de mis días.

Mi decisión más difícil fue dejarte. No porque te amara sino porque no conciliaba la vida sin ti. Aún recuerdo la primera vez que nos separaron. Fue como si me quitaran un pedazo del alma. ¿Suena dramático no lo crees? Pero así se sintió. Vacío, sin aliento, sin calor, sin propósito, sin nada. Pero si con mucha rabia. 

¿Qué pasó después? Me encapriché.

Me encapriché con el simple deseo de tenerte de nuevo, de sentir tu cabello entre mis dedos, de sentir tus besos por mis brazos mientras hablas por teléfono y me besabas sutilmente. Me encapriche con el hecho de volver a tenerte o de que me volvieras a tener entre tus brazos.  

Esa primera vez que me separaron de ti fue mi perdición y mi salvación porque hicieron que no me enamorara por completo de ti. Que no te entregara completamente mi alma. Que no te diera el último aliento de mi corazón.

Te tuve por segunda vez. Fue distinto en todos los aspectos. Se podría decir que perdimos el camino básico por el cual hacíamos esto, pero igual estuvimos juntos un tiempo más. Tal vez retrasando lo inevitable. Te quise como no querré a nadie más y el tiempo breve que te tuve la segunda vez te disfruté. No con tanto amor como la primera vez, pero sí con más pasión desenfrenada.

Te arrebataron de mí por segunda vez. Mi sufrimiento no fue tan grande. Pero creo que la lamentación del momento fue la misma en ese tiempo que estuvimos separados 3 meses, para ser exacta. Pasaron varios en tu lugar, ninguno con el poder de llenar tu puesto, a todos los comparaba contigo.

Volviste a mí, no como una bonita casualidad sino con un nuevo propósito del universo. Tal vez cerrar un ciclo, o yo dejarte para tratar de no pensar tanto tiempo en ti. El hecho fue que volviste.

Y te tuve una tercera vez: la más diferente a todas. Yo ya no era la misma de hace un año y creo que el problema es que tú seguías siendo el mismo. Aún así todo de ti me gustaba. No sé qué pasaba pero me convertías en otra persona. Al estar contigo me volví totalmente una mujer cliché y hasta creí amarte desesperada y desenfrenadamente pero pasó algo...

Ahora puedo ser totalmente sincera conmigo y decir que odiaba a la persona en la que me convertía cuando estaba con el. O solo con ver, o cuando con sus palabras inteligentes y mirándome fijamente con esos ojos verdes me perdía y me convertía en eso que tanto detesto: una mujer desvivida completamente por un hombre. Una mujer que no piensa en sus necesidades, solo en las de él. Una mujer que tan solo con escuchar su voz era feliz. 

Los hombres le dicen cosas a las mujeres para enamorarlas y tener sexo. El problema es que las mujeres le dan sexo a los hombres para enamorarlos... En el amor todo se vale, y bueno, la forma de conseguir el amor del otro tal vez no sea las más indicada pero fue en la que su momento se decidió. Se podría decir que fuimos víctimas de los recuerdos y las circunstancias.

Tanto que llegué a decirle que hasta en los momentos donde creí que lo amaba, lo odiaba aunque la contraparte del amor es la indiferencia, no el odio. Eso me costó un poco entenderlo.

¿Y ahora qué? No me siento sola. No me siento vacía y aún así ya no lo tengo. ¿En que cambiaron las cosas?

Tal vez el logró entender que me lastimaba con su amor extraño y que yo, la más dura de las duras, llegue a llorar por algo que sentía que simplemente no entendía y no logro entender todavía. El caso es que no lo tengo, y no lo tuve, o bueno, por fragmentos de minutos, si es que eso se puede llamar tener.

El caso es que quisiera verlo todos los días. Oír su voz. Sus anécdotas que solo él sabía explicar. Que me diga esas cosas que él sabía decir y que me hiciera sentir lo que nadie nunca hizo en mi.

Hoy en día el sigue en lo suyo. Tal vez podríamos decir que somos dos extraños el uno con el otro. Extraños con lindos recuerdos en común. Pero aún así sigo diciendo que tú y yo tenemos algo que hacer juntos, que este ciclo no ha cerrado. No sé qué será pero seré  paciente para que el universo en los años que le siguen me regale tu compañía.


Lo único que sé es que eres y siempre serás mi más bonita casualidad.


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