viernes, 6 de mayo de 2016

El amor

No sé que es más difícil: amar y no ser amado o que alguien te ame y no lo ames.
Creo que de una u otra forma siempre alguien recibe más que la otra persona. 
Cuando hablamos del amor siempre hay un alma rota y deambulante en busca de ese amor que alguna vez tuvo, y quiere volver a sentir.
En este tema siempre hay alguien que revive más, otro que espera de más y no recibe exactamente lo que desea. 
Creo que he estado en las dos caras de la moneda aunque casi siempre se enamoran de mí, yo nunca de nadie.
Pero en el momento que me toco, o por lo menos creí, que presencié el amor es algo intenso. Un arma de doble filo.
Creo que en la vida regalamos tantos te amos falsos que cuando en realidad nos toca amar, o no sabemos cómo hacerlo, o lo hacemos con hipocresía. 
Entregarle ese pedazo de alma, ese aliento de corazón o ese pensamiento diario, para mí, eso es el amor. Pasión, desvivirse por alguien. Verlo y suspirar. Tal vez hasta de reojo: solo para saber si nos está observando.
Me parece que todos los amores evolucionan. Existe el primero que nunca se olvida. El amor con el que te casas o con el que nunca te casaste pero ahora sigues pensado que hubiera sido si...
También existen los amores de lejos. Los de a ratos. Este lo he experimentado muy bien. 
También existen los amores locos, los platónicos y los maduros. Ese amor de adultos que es tan distinto, pero llena a muchos de esperanza que ya habían visto perdida.
El caso es que: sin amor no podemos vivir. Es una de las emociones más grandes, más puras y más plenas que puede sentir alguien hacia otra persona. Pero existen tantos corazones condicionados a desastres amorosos que ya nadie tiene confianza para amar.
Pero hay que pensar. No tenemos porque tener esos amores de cuentos de hada que la sociedad nos exige. El amor es tan perfecto e imperfecto al mismo tiempo que no hay una ciencia para explicarlo. Solo se siente. Te lastima y te vuelve a la vida una y otra vez.
Como dice Oscar Wilde: echan a perder todas las historias de amor tratando de que duren para siempre.
Solo deseo algo: si la nuestra no será para siempre, que el ratico que dure sea lo más simple y ordinaria posible. Porque quiero vivir tantos momentos extraordinarios que para nosotros serán normales. Porque los vamos a vivir día a día. ¿Si te tengo a mi lado que ha de pasar?
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viernes, 22 de abril de 2016

Mi ángel dorado

Creo que en la vida todos tenemos a alguien a quien amamos desvividamente. Así como una madre ama a sus hijos, un marido a su esposa. Hasta cuando nos toca adoptar sobrinos como hijos, pero siempre alguien va a recibir la mayor parte del amor que damos. 


La mayor parte de mi amor se la lleva un ángel. Un ángel rubio con las pestañas más largas. El cabello más brillante y el corazón más grande que he conocido en mi vida. Ese ángel tiene tantos dones que a veces vienen ladrones a querer llevárselos.



Mi propósito en la vida: no dejar que nadie apague esa luz tan hermosa y no dejar que algún ladrón se robe esos dones, porque los ángeles vinieron a este mundo a ayudar, sanar y dar la mayor cantidad de amor posible.



Gracias a ese ángel entendí mil cosas. Que un amigo si puede ser como tu hermano. Que los amores de a ratos nunca nos llenarán como los amores eternos. Que otra persona si puede llevarse una parte de tu alma y a cambio dejarte una parte de su corazón.



Me enseñó a que si vale la pena luchar por las personas. Que en la vida hay que ser perseverantes. Que hay dos cosas que en el mundo nunca serán imposibles: el amor y los sueños.



Por ese ángel me ayude a mí misma y ahora me toca ayudarlo a él. Mi ángel de la cabellera dorada. El más bello entre toda esa camada de ángeles. El más puro, el más sensato, y el más dolido.



Solo puedo asegurar algo: amo tanto a ese ángel como a Dios mismo. Un amor que no me cabe en el pecho. Que no se describe con palabras y que de solo pensarlo se desborda en mi alma.



Te amo mi ángel de la cabellera dorada. Sé que con tu bella risa iluminas hasta la cueva más oscura. Le das esperanzas hasta al corazón más roto. Recoges hasta a la peor alma en pena y sanas hasta al más enfermo. 



Sé que piensas, mi ángel, que la gente no te entiende pero yo sí lo hago. Solo quiero que tú seas distinta. Que no cometas lo errores que yo cometí, porque la vida se consta de decisiones, de suerte y eso fue lo que yo tuve. Buenas decisiones y suerte. Mucha suerte. Yo quiero que tú tengas éxito en la tuya.



Solo quiero que sepas que te amo, y que todas las noches sueño por tu iluminación para que tú, ángel precioso sepas que no siempre se puede sanar al más desamparado, que no todo el mundo merece nuestra luz y mucho menos nuestra energía.



Te veo como el día que naciste: frágil, llorosa y con esos ojos llenos de esperanza. Nunca dejes que nadie te quite tu luz, tus ganas de sanar, tus ganas de repartir amor y mucho menos el resplandor de tu cabellera dorada.



Oh mi ángel de la cabellera dorada... ¿Qué sería mi alma y mi corazón sin ti? 
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miércoles, 13 de abril de 2016

El extraño

No sé que me gusta de él. Tal vez sea la forma tan sutil en la que se pasa la mano por el cabello. Que cuando miente dice palabras cortas. Tal vez sea la forma tan inteligente de evadir mis preguntas o cuando tuerce la mandíbula solo para verme. Cuando me dice amor, o bebé. Palabras que no dejo que más nadie me diga porque me parecen muy populares para mi gusto. Quizás sea su forma distinta de ver la vida.


De cualquier manera me cambio el mundo; me lo movió. Puedo acordarme perfectamente de la primera vez que estuvimos juntos, también de la última. Puedo acordarme de la primera vez que me dijo que me quería, como también de la primera vez que me dijo mentiras.

Podrán llamarlo masoquismo. Yo lo veo como la forma más bonita de autodestrucción que he tenido o tal vez una bonita casualidad que me acompañara por el resto de mis días.

Mi decisión más difícil fue dejarte. No porque te amara sino porque no conciliaba la vida sin ti. Aún recuerdo la primera vez que nos separaron. Fue como si me quitaran un pedazo del alma. ¿Suena dramático no lo crees? Pero así se sintió. Vacío, sin aliento, sin calor, sin propósito, sin nada. Pero si con mucha rabia. 

¿Qué pasó después? Me encapriché.

Me encapriché con el simple deseo de tenerte de nuevo, de sentir tu cabello entre mis dedos, de sentir tus besos por mis brazos mientras hablas por teléfono y me besabas sutilmente. Me encapriche con el hecho de volver a tenerte o de que me volvieras a tener entre tus brazos.  

Esa primera vez que me separaron de ti fue mi perdición y mi salvación porque hicieron que no me enamorara por completo de ti. Que no te entregara completamente mi alma. Que no te diera el último aliento de mi corazón.

Te tuve por segunda vez. Fue distinto en todos los aspectos. Se podría decir que perdimos el camino básico por el cual hacíamos esto, pero igual estuvimos juntos un tiempo más. Tal vez retrasando lo inevitable. Te quise como no querré a nadie más y el tiempo breve que te tuve la segunda vez te disfruté. No con tanto amor como la primera vez, pero sí con más pasión desenfrenada.

Te arrebataron de mí por segunda vez. Mi sufrimiento no fue tan grande. Pero creo que la lamentación del momento fue la misma en ese tiempo que estuvimos separados 3 meses, para ser exacta. Pasaron varios en tu lugar, ninguno con el poder de llenar tu puesto, a todos los comparaba contigo.

Volviste a mí, no como una bonita casualidad sino con un nuevo propósito del universo. Tal vez cerrar un ciclo, o yo dejarte para tratar de no pensar tanto tiempo en ti. El hecho fue que volviste.

Y te tuve una tercera vez: la más diferente a todas. Yo ya no era la misma de hace un año y creo que el problema es que tú seguías siendo el mismo. Aún así todo de ti me gustaba. No sé qué pasaba pero me convertías en otra persona. Al estar contigo me volví totalmente una mujer cliché y hasta creí amarte desesperada y desenfrenadamente pero pasó algo...

Ahora puedo ser totalmente sincera conmigo y decir que odiaba a la persona en la que me convertía cuando estaba con el. O solo con ver, o cuando con sus palabras inteligentes y mirándome fijamente con esos ojos verdes me perdía y me convertía en eso que tanto detesto: una mujer desvivida completamente por un hombre. Una mujer que no piensa en sus necesidades, solo en las de él. Una mujer que tan solo con escuchar su voz era feliz. 

Los hombres le dicen cosas a las mujeres para enamorarlas y tener sexo. El problema es que las mujeres le dan sexo a los hombres para enamorarlos... En el amor todo se vale, y bueno, la forma de conseguir el amor del otro tal vez no sea las más indicada pero fue en la que su momento se decidió. Se podría decir que fuimos víctimas de los recuerdos y las circunstancias.

Tanto que llegué a decirle que hasta en los momentos donde creí que lo amaba, lo odiaba aunque la contraparte del amor es la indiferencia, no el odio. Eso me costó un poco entenderlo.

¿Y ahora qué? No me siento sola. No me siento vacía y aún así ya no lo tengo. ¿En que cambiaron las cosas?

Tal vez el logró entender que me lastimaba con su amor extraño y que yo, la más dura de las duras, llegue a llorar por algo que sentía que simplemente no entendía y no logro entender todavía. El caso es que no lo tengo, y no lo tuve, o bueno, por fragmentos de minutos, si es que eso se puede llamar tener.

El caso es que quisiera verlo todos los días. Oír su voz. Sus anécdotas que solo él sabía explicar. Que me diga esas cosas que él sabía decir y que me hiciera sentir lo que nadie nunca hizo en mi.

Hoy en día el sigue en lo suyo. Tal vez podríamos decir que somos dos extraños el uno con el otro. Extraños con lindos recuerdos en común. Pero aún así sigo diciendo que tú y yo tenemos algo que hacer juntos, que este ciclo no ha cerrado. No sé qué será pero seré  paciente para que el universo en los años que le siguen me regale tu compañía.


Lo único que sé es que eres y siempre serás mi más bonita casualidad.


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viernes, 8 de abril de 2016

Su mirada


Su mirada sutil y a la vez pesada. Hermosa y al mismo tiempo inquietante.
Esos ojos verdes que tienen para mi todos los secretos del universo, y la felicidad esos ojos que han mirado demonios y pasado por tanto.
Cuando me miras fijamente me dan como nervios. Tengo que desviar mi mirada de la tuya después de un tiempo.


Es como si tus ojos supieran cosas de mi que yo aun no descubro.



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